Mohammad Ashan estaba en busca y captura por las autoridades estadunidenses por organizar ataques contra efectivos afganos y noteramericanos. Los carteles colgados por las calles de Afganistán ofrecían una recompensa de 100$ a quien pudiera dar alguna pista del sospechoso.
Tras varios meses sin éxito, las fuerzas americanas se quedaron de piedra: fue el propio Mohammad el que acudió a un puesto de control para entregarse y así cobrar la recompensa que ofrecían por su propia captura.
Los presentes rememoran la surrealista conversación: ’¿Este eres tú?‘ ‘¡Sí, sí, soy yo!‘, respondió con enorme entusiasmo. ‘¿Pueden darme mi recompensa ahora?‘.
Mohhamad Ashan fue arrestado y no, no cobró su recompensa, aunque sigue reclamándola en su celda.

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